Hoy en día, vivimos rodeados de muchísima información y tendencias que tratan de marcar ritmos o imponer su voluntad unas frente a otras. Sea cual sea la decisión que se tome, siempre tan personal, a la hora de cuidar a un bebé, alimentarlo y protegerlo, debemos tener en cuenta y no perder la consciencia de que vivimos rodeados seres microscópicos que están atentos a cualquier descuido para invadir a nuestro pequeño.

Como bien sabemos, la digestión empieza en la boca. Esto hace que la secreción de ácidos comience desde que introducimos cualquier alimento, al entrar en contacto con la saliva, cargada de las encimas y aminoácidos que nos ayudan a comenzar el proceso.

La aparición de los dientes ronda los seis meses de vida, algunos antes, otros más tarde. Lo importante es estar pendientes de la erupción del primero, porque la erupción de los primeros dientes suele coincidir con el comienzo de una alimentación más variada. En ese punto, padres y madres tendemos a probar el alimento primero (para comprobar la temperatura, el sabor, etc. de lo que van a comer) para después ofrecérselo a los niños, introduciendo así bacterias nuevas en su boca. Y esto es solo un ejemplo, existen muchas formas más de introducir estas bacterias. Estarán los actinomicetems comintans o streptococcus mutans, entre otras, bacterias responsables, en parte, de la aparición de caries. Estos microorganismos crearán colonias bacterianas en función de la higiene que tengamos.

No debemos olvidar, o lo que debemos aprender es cómo funciona el ciclo desde que introducimos un alimento en una boca con dientes. Los dientes son tejidos mineralizados, el esmalte lo forman células muertas que quedan fijadas y son resistentes gracias a la combinación de unos iones flúor-calcio-fósforo que dan dureza a los cristales de hidroxiapatita. La combinación de estos tres iones puede verse desestructurada por la bajada del pH de nuestra saliva. Todos nosotros sufrimos de leves a grandes desmineralizaciones de nuestro esmalte cada vez que comemos, por eso, es importante restaurar el pH con el lavado de los dientes. Hay personas que sufren una bajada del pH más intensa que otras, y eso puede ser lo que hace que unas personas sean más propensas a tener caries. Tampoco podemos olvidar la composición del esmalte, que también puede ser responsable de la aparición de caries o la pronta desmineralización dentaria.

Hay que estar atentos al momento en que el niño comienza con la alimentación complementaria, momento asociado a la erupción de los dientes y a una ingesta de alimentos más variados, algunos con más adherencia que otros. Resulta curioso que a un bebé de seis meses o menor se le pueda lavar los dientes, y es que existen métodos varios de higiene bucodental para cada etapa del desarrollo. El propósito de este artículo es crear consciencia sobre la necesidad del cepillado dentario desde que aparecen los primeros dientes en boca.

No es necesario el uso de pastas fluoradas en los primeros años de vida. Lo importante es que no queden restos orgánicos que provoquen la bajada del pH de la saliva.

Aunque hay estudios que avalan que la leche materna es inmunomoduladora y previene la caries, también es cierto que los alimentos añadidos y la lactancia a demanda, sobretodo nocturna, facilitan que disminuya el pH de la saliva de forma continuada a lo largo de la noche, por factores como la lactasa. Esta circunstancia viene asociada a la falta de movimiento de la lengua que descansa en los dientes y menor secreción salival, facilitadores de la autoclisis dentaria. Si durante el día, el movimiento de la lengua al hablar y la segregación saliva ayudan a equilibrar las bajadas del pH, en la noche, este no es un factor protector a tener en cuenta, por lo que los dientes se encuentran más desprotegidos.

En una boca limpia, la grasa de la leche materna protege al diente de la adhesión bacteriana, pero en una boca sin una correcta limpieza de dientes y lengua, la entrada de leche y otros alimentos propician un medio muy prolifero para las devastadoras caries.

Recomendaciones

  • Llevar a cabo la primera visita al dentista al año de edad (quizá antes, si hay dudas). El dentista, al fin y al cabo, es el profesional que conoce y puede prevenir las patologías dentarias, siendo aliado de los padres. Esta primera visita, sobretodo servirá para aclarar dudas de toda índole a los padres.
  • Insertar en la rutina diaria las técnicas de higiene bucodental, creando un hábito estimulante y divertido que haga que los más pequeños encuentren este acto como algo atractivo y divertido.
  • Frente a cualquier mancha blanca o un traumatismo en un diente, acudir de inmediato al dentista para hacer una valoración.
  • Recordar que, frente a cualquier duda o desconcierto, lo mejor es preguntar.