Si preguntamos a nuestros padres o abuelos descubriremos que su percepción del dentista es muy diferente de la que tenemos nosotros. Antiguamente, no todos podían permitirse los tratamientos que su boca requería y, es posible, que les cueste entender por qué acudimos con frecuencia a revisar nuestra boca si no tenemos dolor. De ellos heredamos también la dificultad de continuar con nuestras revisiones una vez terminado nuestro tratamiento.

Es importante recordar que nuestros dientes están sometidos a fuerzas durante todo el día cada día, no sólo los usamos para masticar. También soportan fuerzas a la hora de hablar, cuando tragamos si no posicionamos la lengua correctamente, durante la noche cuando apretamos los dientes o si tenemos el hábito de morder algo. Todo ello justifica que aunque no tengamos dolor o hayamos terminado nuestro tratamiento con éxito sea imprescindible seguir acudiendo a la consulta periódicamente.

Gracias a las limpiezas podemos detectar caries o problemas en las encías antes de sentir dolor alguno. Ésta es la principal herramienta de la que disponemos para mantener una buena salud dental cuando terminamos de arreglar nuestra boca. De este modo, también se pueden revisar los retenedores de ortodoncia y las coronas o puentes que tengamos colocados. Los retenedores de ortodoncia pueden despegarse sin que el paciente sea consciente hasta que alguno de los dientes se mueva. Como hemos dicho anteriormente, los dientes soportan constantemente fuerzas y eso significa que una vez que nuestros dientes están colocados correctamente debemos esforzarnos porque permanezcan en el mismo lugar.

Las coronas y los puentes que están soportados por nuestros dientes también pueden tener caries por debajo del límite de la porcelana y si esos dientes tienen hecha una endodoncia es muy poco probable que notemos algo más que algún sangrado. Cualquier diente puede tener caries, incluso si tiene una funda o una carilla y la mejor manera de evitarlas es con limpiezas periódicas y las radiografías de control. Los implantes tampoco se libran  de los problemas a largo plazo si no se revisan. Las bacterias que habitan en nuestra boca son capaces de atacar el hueso que rodea al implante si no se mantienen muy limpios y con las encías sanas, si eso sucede es cuestión de tiempo que el implante fracase y tengamos que poner uno nuevo (hay situaciones en que eso no es tan sencillo e implica meses de tratamientos previos a la colocación del implante). Cuando se trata de una prótesis removible hay que revisar muy bien las sujeciones a los dientes, pues son más susceptibles de tener caries o fracturarse por las fuerzas de la masticación. Si ya no tenemos dientes en la boca es la encía la que puede sufrir con el roce. El dentista puede aliviar las zonas de nuestra encía que reciban demasiada presión y nos advertirá si la prótesis necesita alguna remodelación para mejorar la sujeción.

Al terminar con un tratamiento, en ocasiones se nos aconsejan distintos tipos de férulas para dormir y proteger el resultado final de nuestro tratamiento. Hay que tener muy en cuenta las recomendaciones del profesional sobre su uso y traerlas siempre que tengamos cita con el dentista. Es posible que se realice alguna modificación en nuestros dientes y la férula no encaje, si la llevamos siempre no perderemos tiempo con otra cita para la reparación de la férula.

La frecuencia de las limpiezas y las revisiones nos las marcará nuestro dentista. Hay pacientes que sólo necesitan una limpieza al año y hay pacientes que deben revisarse cada 3 meses para confirmar cuándo es necesaria. Recuerda que la ortodoncia, las coronas o los implantes son procedimientos generales, pero cada caso es particular, así lo que se recomienda a un paciente no tiene por qué valer para otro caso igual.

Nuestro objetivo es mantener tu sonrisa sana durante el mayor tiempo posible, ayúdanos acudiendo periódicamente a tus revisiones.